miércoles, 14 de agosto de 2013

Aquí

Como el ave posada sobre el lomo del caimán
me acuesto sobre la sombra que proyectas.
Oigo el susurro de un ventilador,
como un avión lejano que despega
hacia una selva ignota con nombre de piedra,
como el minibar que ronronea en el silencio
que queda tras la batalla y la extrasístole,
rumor de risas y carreras misteriosas
en el piso de arriba. 

Un ministro arranca una página al Quijote
y limpia sus gafas mientras bosteza.
Pero esto ocurre lejos de la alcoba.
Aquí me acuesto, te digo, en la sombra
y enciendes la ducha y todos callan:
sienten sobre sus hombros la cascada
cuando escuchan tu ropa caer al suelo.

Lejos, el silbido que precede al huracán
retumba en el hall de los teatros,
en los claustros se oyen gritos de socorro,
en las grietas de las paredes de la escuela
se guardan versos de biblias sin milagros,
muro de las lamentaciones para maestros,
para gente con memoria y colegiales.

Aquí, la luz se dobla desobediente y conspiradora
para que te vea limpiar el vaho del espejo,
dirigen sus haces hacía ti las lámparas,
los ojos de los fantasmas y los vuelos
de las aves que cuidan a caimanes.

Lejos, arañan la pizarra los abantos
con su pico de feroz tertuliano.
Dentro, aquí, a salvo, sonrío, te vigilo:
la luna se peina en mi cuarto de baño.

miércoles, 7 de agosto de 2013

Más que nunca


Al sur Coriolis espeja los tornados
y el desagüe se traga la pena,
viene la esperanza con su vestido de plumas
y una nube envuelve a los cachorros
que te siguen por la acera.

La vida es buscar un argumento,
darle a lo cotidiano 
un traje literario a su medida,
sabernos héroes pues nos empeñamos
en dibujar un asta en la frente del corcel,
en limpiar el smog de los amaneceres,
adoptar Totós perdidos, sin Kansas ni arcoiris,
detener con el pecho huracanes,
marcar con la mano el gol de la victoria,
ser paisaje que inunde tus retratos.

La vida es encontrarte a la salida del teatro,
que el futuro quepa en un gin tonic,
mientras la noche desenrolla la alfombra
en que, tumbados, contemplamos una hoguera.

Echo de menos el futuro,
mañana de mecedora y hierbabuena,
de olor a mueble desembalado,
ver el mar azul por vez primera,
besar tus pies cansados,
la duna de tu espalda,
la carretera sin curvas
que lleva hasta tu casa.

La vida empieza ahora. Más que nunca.
La vida fue un ensayo hasta este llanto,
hasta este corazón
-diástoles que retumban cada marzo-,
hasta este fin de curso, hasta el estío
en que ardieron los montes de la infancia,
rojo y humo en el horizonte en que fuimos
arqueólogos con látigo y sin dueño.

Volveremos a ser niños, 
árbol con guirnaldas en verano,
y abriremos los regalos con urgencia,
me enseñaras a atarme los zapatos,
hablaremos del periódico y de mi hambre,
y te veré de nuevo, sin prisas, luminosa,
taquicárdico a la entrada de un teatro.