miércoles, 24 de noviembre de 2010

Luces Errantes. 29 de noviembre de 2010

Con motivo del Día Mundial de Solidaridad con el pueblo palestino, UNRWA Comité Español, (Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina), el día 29 de noviembre de 2010 presentará la Campaña Cadena de Ayuda Humanitaria para los Niños de Gaza y la canción de Ismael Serrano Luces Errantes, compuesta por Serrano para los niños refugiados de Gaza. Luces Errantes ha sido grabada en la ciudad de Ramallah, junto a los niños refugiados de Palestina, en el marco de Cadena de Ayuda.
Los beneficios que se obtengan de la venta digital de la canción se emplearán para ayudar a los proyectos de cooperación y desarrolllo que UNRWA realiza en Palestina y que contribuyen a que miles de niños y niñas vean mejorada su salud, su educación y su alimentación en la franja de Gaza; una zona en la que los niños y jóvenes se enfrentan a situaciones tan graves como el conflicto armado, la pobreza, la crisis económica y las restricciones en la movilidad de la población.

Puedes encontrar más información en www.yotambienmesumo.org


La canción está inspirada en las actividades que realiza la UNRWA en los campamentos de verano en Gaza. En el verano de 2009 miles de niños lanzaban sus cometas al aire en la playa de Beit Lahiya, en busca de romper el récord Guiness de vuelo simultáneo de cometas.
Y desde lo alto, sobre los muros, las cometas, como pájaros de papel, dibujaban mil palomas blancas, promesa de un tiempo mejor, símbolo de la paz anhelada por tantos refugiados desplazados de sus lugares de origen.

A partir del día 29 se pondrá a la venta a través de diferentes plataformas digitales. Toda vuestra aportación será destinada a los proyectos de solidaridad con los que la UNRWA trata de paliar el desamparo de los refugiados palestinos. Os dejo un fragmento de la canción. Pronto os daremos detalles más concretos.


miércoles, 17 de noviembre de 2010

Un hombre espera en la intemperie

Habla Luis Eduardo Aute en su nuevo disco de la perdición que supone vivir a albur de la intemperie. Estuve escuchando sus nuevas canciones en el Teatro Nuevo Alcalá y disfruté reencontrándome con un autor que es referencia ineludible. En cierto modo siempre me acompañó, incluso antes de que nos conociéramos personalmente.

Recuerdo los viajes que hice siendo un niño escuchando el viejo casette en el que mi hermano Daniel había grabado de la radio el concierto “Entre amigos”, emitido íntegramente en directo en un tiempo en el que en las radios musicales aún había espacios para la calma y la reflexión. Recuerdo aquel primer mano a mano con Silvio, al que acudí con amigos, una noche mágica en Las Ventas que no olvidaré. En uno de mis conciertos en el café libertad estuvo Aute, y después escribió unas líneas para el cuaderno promocional de mi primer disco, me acompañó en mi primer gran concierto en un teatro de Madrid, y cantó conmigo una canción en aquel Principio de Incertidumbre. La última vez que compartimos escenario fue en Costa Rica. Y aún hoy no puedo creer que, después de tanto tiempo. pueda recibir el afecto y la atención de quien es uno de los autores de algunas de las canciones más hermosas escritas en castellano en los últimos tiempos. No tengo suficientes palabras de agradecimiento para él.

Pero hablaba antes de lo que es vivir en la intemperie. Hizo Aute referencia al presentar una de sus canciones a la ocupación marroquí del Sahara, al sufrimiento del pueblo saharaui y a la ineptitud de los sucesivos gobiernos españoles que, eludiendo su responsabilidad y desoyendo las legítimas aspiraciones del pueblo saharaui en lo que respecta a su soberanía, jamás hicieron nada por buscar soluciones sostenibles al conflicto. A los 35 años que en definitiva lleva viviendo en la intemperie el pueblo del Sahara.

Y todos aplaudimos. Porque la mayor parte de la sociedad civil comparte la indignación ante lo que ha ocurrido en El Aaiún, porque sabemos de nuestra responsabilidad como españoles en el conflicto, porque la dejadez por parte de los gobernantes es vergonzosa.

Y a la intemperie viven ante nuestra mirada impasible miles de refugiados, desplazados por guerras, por las ocupaciones o por el hambre; hombres y mujeres, luces errantes, que buscan manos que le salven del silencio. Y así la vida sigue dándonos dentelladas, mostrándonos el abismo peligroso entre nosotros y el futuro.

Aún quedan por suerte destellos de luz que iluminan la calle oscura, figuras recortándose contra el cielo naranja, señales inequívocas de que seguimos caminando, pues las siluetas se agrandan según avanzamos hasta convertirse en un abrazo.

Y llueve, y la lluvia nos moja por las calles de Pontevedra. Y una hermosa muchacha, sin paraguas, corre bajo la lluvia, y el pelo húmedo se le pega a la cara llena de pecas y sonríe cuando por fin resguardada bajo un techo se sacude las gotas y se despide de la ciudad de piedra. Pontevedra y Vigo también fueron generosas con nosotros. Mil gracias.

Y recuerdo los versos de un amigo, porque es mi amigo y porque celebro que le hayan dado el premio Loewe de poesía, porque se lo merece y porque sus versos son hermosos. Se llama Joaquín Pérez Azaustre y su poema Dice así:

“La lluvia sólo quiere que la escuches:

salir a acariciarla,

dejar que te moje el perfil rubio,

los tacones que ensalzan tu esbeltez;

dejarla sobre el peso de unas hojas,

del aire desenvuelto en su latencia

o en un acecho de agua.

Acepta un nuevo estado, sal afuera

por mucho que prefieras un paraguas.

Antes o después la lluvia nueva

hará que sí la escuches, que prefieras

salir de donde estás para mojarte.”

Y mientras llueve en Madrid, un hombre espera en el desierto.

martes, 9 de noviembre de 2010

Sentimiento religioso

Me conmovió la solemnidad de los rituales hindúes a orillas del Ganges, las cremaciones al atardecer, las abluciones al despertar, la espiritualidad que lo impregna todo en Vanarasi. Obnubilado y sobrecogido me hizo temblar el murmullo frente al Muro de las Lamentaciones de Jerusalem, voces que rezan oscilantes meciendo el sueño de un dios iracundo y sordo. En el Cairo, sobre la ciudadela antigua, escuché estremecido la voz vibrante que llamaba a la oración desde todos los alminares y me sentí pequeño. Cada Semana Santa me maravilla el cortejo fúnebre de encapuchados que le canta al hijo del carpintero crucificado. Pero más allá del desconcierto estético, unas cuantas preguntas éticas y la estupefacción ante el hecho antropológico que generan en mi cada una de aquellas vivencias, nunca tuve un gran sentimiento religioso.

Envidio a aquellos que creen en una realidad trascendente, que creen en otra vida más allá de esta, si bien siempre pensé que más vale vivir esta con intensidad por si acaso.

No creo en Dios. Pero respeto profundamente a quien sí lo hace y admiro a aquellos que, movidos por su fe, sacrifican su tiempo y sus vidas en aras de paliar el sufrimiento de los demás.

Cuentan que cuando al Dalai Lama le preguntaron cuál era la religión verdadera dijo: Aquella que nos hace mejores. No dudo que a algunos su religión los hace mejores. Es más, me consta porque a unos cuantos conozco. Pero también ocurre lo contrario. Que a algunos su religión los hace peores.

Estuvimos de conciertos cerca de Barcelona, en Vic y en L’Hospitalet. Fueron recitales muy emocionantes. Echaba de menos tocar a este lado del océano.

Y el caso es que el Papa estaba por ahí. Denunciando el laicismo beligerante del Gobierno, el relativismo moral y esas cosas que al Papa le preocupan. También habló de la mujer y de lo que él piensa que deben ser las labores propias de la misma (como siempre subyugada al hombre, cabeza de familia), de comparar esta España con la del 36 y otras cosas ya sabidas por repetidas.

La Real Academia define el laicismo como “Doctrina que defiende la independencia del hombre o de la sociedad, y más particularmente del Estado, respecto de cualquier organización o confesión religiosa”. Lejos de parecerme reprobable me parece el ideal al que ha de tender toda sociedad. Y lo de laicismo beligerante del Gobierno no parece muy cierto a tenor del presupuesto que el Estado dedica para asuntos de la Iglesia Católica, visita del Papa incluida que tuvo gastos pagados por todos.

Pero bueno, que muchas afirmaciones y posturas como las que la jerarquía católica defiende no hacen mejores a los seres humanos.

Hacía Erasmo de Rotterdam, humanista cristiano, referencia a como los atenienses aconsejaban a Diógenes que tomase orden de sacerdote, diciéndole que así tendría garantizado después señorío en el cielo. Respondía Diógenes que la buenaventuranza sólo estaba garantizada para aquellos que con buenas obras la merecieran. Y hay mucho funcionario espiritual que no merece buenaventurazas, que se aleja de la verdadera iglesia (del griego ekklesía, “asamblea”), de los cristianos de base que tienen una mirada más honesta, más liberadora y mejor espíritu.

Así que me temo que estoy condenado al infierno, puesto que, laicista y agnóstico, me duele ver como la Iglesia en España sólo ha sido capaz de convocar manifestaciones cuando el Gobierno reconoció garantías jurídicas a la unión de homosexuales legalizando su matrimonio. Creo que hubo mejores y más justas ocasiones en las que salir a la calle y no vi cardenales convocando a las marchas cuando el sufrimiento, la guerra o el hambre demandaban la movilización urgente de todos los ciudadanos.

Así que condenado como estoy reconozco que no tengo un gran sentimiento religioso. Quizá se acerque a ello las emociones que producen en mi ver a mi sobrino riendo mientras me persigue, ver dormir a la mujer que uno ama o planear un viaje con ella, saber de la historia de hombres y mujeres que mueren sin renunciar a su lucha por la emancipación de los seres humanos, algunos atardeceres, el brindis con amigos mientras la tarde cae, cantar contigo mientras soñamos mundos mejores, alguna tarde de cine, la sobremesa tras el cocido de mi madre, los abrazos que me salvan del miedo, saber que no te rindes aunque el mundo se derrumbe.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Para Pablo

A ti que recién llegas y abres por primera vez los ojos iluminando el mundo con tu mirada. Pequeño y frágil, único como la estrella helada que mece este viento de otoño. A ti que eres recibido con celebración y maravilla, congelando el suspiro mientras tu breve cuerpo apenas llena nuestro abrazo.

Ya lo dije antes pero te lo repito, eres un recién llegado y yo ya soy tu aprendiz. No te recibe el mundo en su mejor momento, aunque tampoco sabría decirte cual fue el mejor. Pero tú, como la llama de un candil temblando entre la niebla, alumbrarás estos días inciertos y harás que el futuro florezca como lo hace el jazmín de mi patio, renovado y fuerte, empeñado en trepar por la vida como la sonrisa ante tu recuerdo.

Somos otros porque has llegado. Y el día que naciste, el otoño nos regaló un sol de primavera. Luego, mientras dormías y soñabas, llovió. Y en aquella lluvia se vertían las lágrimas de todos los que como tú nacieron para dar sentido a estos días borrosos de crisis y lucha.

La edad nos revela los fracasos y los achaques. Pero también verás, pequeño Pablo, que el amor es capaz de rescatarnos del naufragio para enseñarnos que lo mejor está por venir. Robinson, tarde o temprano, descubre unas huellas en la playa y la mirada se vuelve más luminosa.

Bueno, simplemente quería darte la bienvenida y decirte que, al llegar tú, llegaron los refuerzos y sé que las cosas van a ir mejor, que los días y las sonrisas han de ser más radiantes porque tú habitas este planeta, disparatado y maravilloso.