martes, 29 de diciembre de 2009

Papel encontrado en la cocina. Por bulerías.

Por bulerías. Así. Como un reto. Me enfrentaba a la idea acariciada durante tanto tiempo de ponerle música a este nuevo poema de mi padre. Fiel a esa vieja costumbre de hacer una canción con los versos de Rodolfo Serrano había elegido “Testamento” de su libro “Al oeste hay apaches”. Ya lo había avisado en la presentación del poemario.

El poema era largo. Ya sólo el subtítulo merecía el intento: Papel encontrado en la cocina cuando él se marchaba al trabajo. Pero más aún esa búsqueda de la poesía en lo cotidiano que empapaba todo el texto y que uno trata de encontrar en los “los eventos consuetudinarios que acontecen en la rúa” que diría Mairena.

Y, como digo, por bulerías. No era fácil. El ritmo intrincado de las bulerías se antojaba escurridizo a la hora de enmarcar con melodía y armonía los heptasílabos del poeta. Pero salió.

Como decía, el poema era largo. Así que saqué algunos versos. Pero quedó bien. Eso creo.

Una bulería a mi manera. Quizá más bulería por soleá. Con versos de más. Con sílabas de más. O no. Quizá nada de esto. O todo a la vez.

En el disco anterior me aproximé a los palos del flamenco con “Si se callase el ruido”. Por tangos. Una canción sencilla, que pretendía ser remanso de paz, llamada a la cordura, ante un panorama político crispado por malos perdedores y profetas de la catástrofe a los que parece que tenemos que acostumbrarnos según nos cuenta la historia de nuestro país.

Ahora toca hacer un testamento en el que declarar el amor a las pequeñas cosas, esas que recordaremos como tesoros luminosos cuando el mundo se hunda y nos desarme. ¿Acaso la esencia de lo imprescindible no habita en la palabra o el vasito de vino? ¿En el poema que releemos para recordar que la vida es hermosa siempre que viva ella (no hay declaración de amor más rotunda, sincera y desoladora que la que Margarit hace a su hija Joana en sus poemas)? ¿En aquellos labios, en esa tos que suena a nuestro lado por la noche y nos desvela, en la palabra que huele a pan y a carne? ¿No son estás cosas las que deben recordarnos vivir? Y una ventana, como no, abierta a la esperanza. Aquella por la que se vislumbra ese lugar de esperanza, ese dulce refugio en el que, otros, han de convertir el mundo. De nuevo el futuro apareciendo en una canción: Vendrá la vida a vernos/ en el mes del olvido/ cuando tiene la tarde/ el color del domingo/ y sabe la nostalgia/ a cuaderno y colegio.

Es un pequeño homenaje a los testamentos escritos en cualquier papel y que dejamos abandonados en la cocina. O en un cajón del escritorio. O como aquel olvidado en el fondo del bolsillo de un abrigo (aquellos días azules, aquel sol de la infancia). Declaraciones de amor definitivas que improvisamos mientras la radio vomita su ristra de desencuentros y desayunamos versos sumergidos en un café apresurado, mientras en la calle los camiones descargan en doble fila y los estudiantes llegan tarde al colegio mientras sueñan una huida o una nevada que colapse la ciudad.

O como aquellos otros que se escriben en la servilleta de un bar, cuando ya está cayendo el día y esperamos a esa cita que se retrasa, con la urgencia del que cose recuerdos a los bolsillos para no olvidarlos, con la dicha del encuentro inminente con la vida que entrará a trompicones por la puerta, sofocada por las prisas, disculpándose por el retraso, porque el tráfico está imposible o, tal vez, no recordaba bien la ubicación del bar. Pero uno casi no escucha, no te preocupes, cegado por la sonrisa de ella, lo malo de llegar tarde es que tendrás que marcharte tarde, y ella baja la mirada y tú pides dos cañas. Y piensas que es verdad que no importó esperar, porque tienes la sensación que siempre la estuviste esperando y sólo queda celebrar que por fin ha llegado.


* * *

Transcribo el poema íntegro de Rodolfo Serrano:

TESTAMENTO.

(Papel encontrado en la cocina cuando él se marchaba al trabajo)

Te dejo, yo qué sé,

el fracaso más tierno,

la idea de no verte,

ese pequeño espejo

donde te amé durante

más de cuarenta años.

Y la cuartilla llena

de un poema de Bécquer,

volverán las oscuras...

la calle donde llueve

cada día y minuto,

cada mes, cada año.

Te dejo la palabra,

el vasito de vino,

esos pasos cansados,

el saberte conmigo,

el morir y vivir

encogido en tus besos.

Vendrá la vida a vernos,

en el mes del olvido

cuando tiene la tarde

el color del domingo

y sabe la nostalgia

a cuaderno y colegio.

Hoy tomé en la cocina

ese café tranquilo

con galletas y sueños

y pensé en espejismos

y leí un poema

de Margarit, ¿recuerdas?.

El que habla de Joana

y del coche que pita

en una calle triste

aquél que me decía

que la vida es hermosa

siempre que viva ella.

Así que aquí te dejo,

cuando voy al trabajo,

la promesa solemne

de volver a tu lado

aunque esta noche el mundo

se hunda y me desarme.

Para que tú lo sepas

te dejo como herencia

lo que yo siempre quise :

el dolor, la tristeza

de otros -dios los bendiga-

que nos hicieron grandes.

En ellos me refugio

con ellos soy monarca

dueño del paraíso,

señor de cuerpo y alma

y dios omnipotente

de las calles y los bares.

Y dueño de tus labios,

dueño de tus reproches

y de tus regañinas,

de tu tos por la noche

y de esa palabra

que huele a pan y a tarde.

Te dejo todo eso

sin que nadie lo sepa.

Para que un día si quieres

venga la voz certera

de Neruda a decirnos

esos veinte poemas

Y sepamos que otros

han convertido el mundo

en lugar de esperanza,

en el dulce refugio

donde salvar la vida

efímera y pequeña.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Adelantos del nuevo disco: Te vas

Como anuncié anteriormente, adelantemos algo del contenido del próximo disco.

Al final de la gira de “Sueños de un hombre despierto” empecé a cantar un tema inédito: Te vas. Una canción de despedida cargada de promesas que intentan no ser vanas, porque a pesar de la carga de derrota que contienen los adioses, la experiencia te obliga a no resignarte al fatalismo que parece imponerse en cada uno de ellos y que en anteriores canciones admitimos como inevitable (Ana, es tan corta la vida…).

Lo confieso. Se trata de hacerse el fuerte antes de que se dé el portazo. Adoptar la pose de tipo duro, sin quebrar el gesto, mientras prometemos que vamos a estar bien, que finalmente de lo que fue quedó una enseñanza que nos hará mejores, si uno es capaz de sonreír más a menudo y acostarse a una hora prudente para aprovechar los amaneceres, tan saludables para el ánimo cuando van acompañados de ese sol radiante, que se nos antoja más huidizo de lo que anuncia la canción.

Es probable que la pose se desarme una vez se cierre la puerta y ella emprenda el viaje a la ciudad definitiva, pero no dejaremos que lo descubra, pues la derrota no ha de ser desoladora y nuestra alma no ha de parecer tierra quemada tras su paso.

Sí. Tienes razón. En parte por orgullo. Pero también porque quedó el recuerdo de los días que fueron lluvia sobre la playa o al menos remanso tras la tormenta que traen estos días inciertos, aunque esto jamás debamos declararlo en presencia de la persona despedida o en ausencia de un abogado.

Tratemos de fijar la mirada en un Bogart que confiesa a Ingrid Bergman que siempre les quedará París, aun cuando París sea ruinas humeantes y lo que antaño creímos confundir con cañonazos no sean los latidos de un corazón galopante, sino cañonazos al fin y al cabo, o quizá sí el corazón, pero más bien aquel órgano de naturaleza muscular, común a todos los vertebrados y a muchos invertebrados, que actúa como impulsor de la sangre y que en el hombre está situado en la cavidad torácica, y que el tabaco, la falta de sueño, la mala vida (o la no tan mala) junto con algunas despedidas como la descrita, hacen sonar como la máquina del vapor malherido que abandonó Lord Jim mientras se hundía en un arrebato de cobardía que jamás se perdonará.

Aunque quizá sí fueran los latidos de un corazón galopante, o yo qué sé, el palpitar de las venas que, imprudente, ahora arroja gasolina para apagar el incendio que provoca la ruptura. O no. O uno está hecho un lío y finalmente improvisa para no dejarse llevar por el torbellino de su mirada, tratando de mantener la nave al pairo ante el embate de las olas. Quizá sea eso. Que en definitiva uno está hecho mierda y no sabe qué decir.

Pero lo dicho, copiemos el rictus de Bogart, y despidamos a la muchacha, envueltos en nuestra gabardina de tipo curtido en despedidas color gris olvido. Miremos sus ojos, evitando ahogarse en el azul de ese océano que ahora navegarán tipos con mejor carácter, hagamos caso omiso a las sirenas que nadan en él y pronunciemos las promesas pertinentes. Aunque cuando ella suba al avión nuestro pecho quede árido, agujereado y silencioso como los mares de la luna y no nos espere el inspector Renault con el compromiso de una hermosa amistad. Retiremos el mechón de su cabello que le tapa la cara, por última vez, y digamos algo así como: Anda, sube a ese avión, devora la manzana y márchate. Todo va a ir bien. Ella quizá también sonría, y quizá comprobemos que cuando el asesino asesta el golpe final con una sonrisa, a veces duele más la sonrisa que la herida infringida por el arma homicida.

Pero puede ser de otra forma. Mejor aún. Dejemos de mantener la pose y hagamos nuestro el discurso. Qué diablos. Sonreiremos más a menudo, ahorrémonos los suspiros, pensemos que la herida abierta será cicatriz que algún día contemplaremos, no exentos de nostalgia, con un gesto divertido, con algo de complacencia. Aunque estos no sean los días más felices vendrán mejores. Al fin y al cabo acordarse de vivir a veces conlleva hacer repaso de las derrotas con la esperanza del que sabe que la batalla decisiva aún está por venir, esa que no traerá despedidas sino encuentros llenos de abrazos como los que florecen en las salas de llegada de los aeropuertos.

Te vas

a la ciudad definitiva sin mí,

perdonarás que no te vaya a despedir.

La noche corta como un cristal roto y tú

estarás tan triste como hermosa.

Tu luz,

quemó mis naves cargadas de incertidumbre

y el corazón que sobre tu mesa yo puse

para cenar la noche en que nos dispusimos

a saltar de la mano al precipicio.

Y yo procuraré sonreír más a menudo

y acostarme a una hora prudente

tú me enseñaste que afuera, siempre,

me está esperando una nueva mañana

como aquella nuestra,

radiante y soleada.

Te vas

a la ciudad definitiva y en Madrid

quedamos huérfanos y enfermos. Te vas a reír,

pero pregunto cada noche a los fantasmas

que habitan mis bares

cuando vuelves a casa.

Los días caen lentos como el polen de un árbol,

cubriendo todo mi jardín de desencanto.

Un sucedáneo de la vida será al fin

el tiempo que he de recorrer sin ti.

Y tú procurarás cumplir con lo que has prometido,

ser fuerte y devorar la manzana.

Has de pensar cada nueva mañana

que un tipo a menudo piensa en ti y sonríe

aunque quizá no sean sus días más felices.

Y yo procuraré no suspirar tan a menudo

y acostarme a una hora prudente.

Yo sé que afuera, inevitablemente,

me está esperando una nueva mañana.

Lo prometiste, radiante y soleada.

Y yo procuraré mantener la luz encendida

por si se te ocurre volver de repente.

Alumbrará este recuerdo incandescente

el camino de vuelta, aquel que trazaron antes

viejos fugitivos y nuevos amantes.

martes, 15 de diciembre de 2009

Instantáneas

Los días van pasando y las canciones van vistiéndose. Desperezándose con urgencia y ansiedad como el que madruga para emprender un largo viaje. (Me recuerdo de pequeño. Levantándome con la llamada cariñosa de mis padres antes de que saliera el sol, cuando los coches aún no contaban con la caricia de los aires acondicionados y se aprovechaban las primeras horas del día, más frescas, para tomar la carretera y comenzar la odisea vacacional. Nervioso, perezoso y feliz. Así se visten las canciones, quiero imaginar.)

Ya hemos grabado las bases, las baterías, los bajos, de casi todas las canciones. El cimiento sobre el que se construirán las armonías, las melodías que empapelaremos de versos, esos que me recordaron vivir.

Grabar un disco conlleva un cúmulo de sentimientos. La responsabilidad de plasmar en forma de canción lo vivido y lo hallado. La tensión creativa que electrifica el aire del estudio. La alegría de emprender una nueva aventura. El agradecimiento por el privilegio de poder vivir con el maravilloso oficio de escribir canciones, retales del alma. Y por qué no decirlo, a pesar de que cuando uno compone y graba sólo responde a los dictados más íntimos de la conciencia, del corazón, es inevitable sentir la preocupación que conlleva la incertidumbre de no saber si los viejos amigos compartirán las inquietudes que uno vierte en cada tema, el no saber, en definitiva, si uno va a estar a la altura de las expectativas, si las hubiera, de la gente que me acompañó en anteriores trabajos. Y no es por vanidad. Creo que es ese miedo patológico a la soledad que siempre me ha acompañado y con el que el valor terapéutico de la música me ayuda a convivir.

Creo en el disco como ejercicio conceptual que resume un estado del alma, que engloba el sentimiento que uno acumuló en los días en que surgieron las canciones. El ánimo suspendido en el aire, como una fotografía en movimiento, esa que congela el aleteo de un colibrí, el salto de un atleta, la gota del presente vertiéndose en el charco que es la vida. Como esa instantánea que congela la imagen del cajón del escritorio abierto, con sus cosas, sus bolígrafos, los que nunca escriben cuando necesitas apuntar el recado urgente, con la postal de aquel viaje, el cuaderno que aún no estrenaste, o ese otro con el boceto que fueron tus días inconclusos, ya amarillos. Como la fotografía de la mesa sin levantar después de la cena y la charla, los ceniceros llenos, las copas ya vacías, el cerco que deja la botella de vino en el mantel, como el rastro de un beso adherido a la memoria con imperdibles azules. Como esa otra de la cama deshecha, o de la calle con el suelo lleno de octavillas tras la manifestación. Quizá también la risa o el llanto detenido en un gesto aparentemente incómodo en la foto, pero cadencia musical en el contexto de lo vivido.

Y así voy vistiendo las canciones. En los próximos días iré dando detalles de algunas de ellas. Iremos desgranando los misterios, si los hubiere, de las piezas que conforman esta llamada al recuerdo del ayer que viviremos, del mañana que fuimos, este disco que titulé “Acuérdate de vivir”. Trataré de dar cuenta de las búsquedas en el sonido y en la lírica que me condujeron a las melodías y versos que componen este disco cargado de memoria y de futuro. Manos a la obra.

martes, 8 de diciembre de 2009

Cono de luz


El futuro es espacio, espacio color de tierra, color de nube, color de agua, de aire, espacio negro para muchos sueños, espacio blanco para toda la nieve, para toda la música”, cantaba Pablo Neruda.

Al revisar las canciones del que será mi próximo disco me escuché cantándole al futuro reiteradamente. Futuro, espacio blanco para la música, que yo llené de mis sueños. Futuro escondido tras un espejismo, futuro alumbrado por el recuerdo incandescente, camino recorrido por nuevos fugitivos, viejos amantes. Futuro en el que ha de cambiar la suerte de aquel que sueña con ser jardinero en Marte, músico de flores, delineante de columpios rojos o cantor de nanas. Ese futuro como tierra generosa abrazando la raíz, ese que vendrá a vernos cualquiera de estos días, en el que tendrás en tus manos lo que nunca tuvimos. Un futuro en el que ofreceremos algo más que maldiciones, quizás flores para tu pelo, o el olor a tierra mojada que viaja en la voz que revuelve la ropa tendida. Futuro que traerá algo más que un breve mensaje en el contestador, algo más que cenizas en la almohada o escombro de plumas tras un largo vuelo.

Por eso busqué en los relojes el título de mi disco, y entre aquellos en los que la sombra enseña (Docet umbra) la fugacidad del tiempo (Tempus fugit), entre aquellos que insisten en la brevedad de las horas que nos quedan (Breves sunt dies hominis) encontré un consejo sabio y urgente: memento vivere.

En el cono de luz que marca el horizonte de los futuros sucesos situé mis canciones. Y en ese empeño traté de hacer balance, construí ese tiempo venidero con retazos de todo lo que fui, empeñado por reivindicar la memoria, la colectiva, la personal, como el andamio sobre el que construir el mañana. Y ese ejercicio me recordó que ser feliz es una obligación, que a menudo desatendemos, que en lo pequeño a veces está lo importante, que lo cotidiano encierra a menudo un misterio que no somos capaces de atender con la calma que merece.

Ahora, mientras grabamos, veo como crecen las canciones, con la impaciencia y los nervios de un padre primerizo. Me arden en las manos y casi grito, deseoso de arrojarlas al agua de tus sentidos. Me sorprendo paseando por un Madrid plagado de bombillas tarareando de forma obsesiva alguna de las canciones, y paso de largo el lugar acordado para la cita despistado, absorto en mis pensamientos, repasando el plan de grabación, con un arreglo, un verso clavado en mi sien, intentando imprimirles color de tierra, color de nube, color de agua, de aire....Y en esas ando, mientras Javier Bergia, hermano en mil batallas, graba algunas percusiones. Feliz, preocupado, ansioso, febril y lleno de vida. Al fin y al cabo, estas canciones me recordaron que estuve vivo, y sobre todo, lo que aún queda por vivir.

Trataré de manteros informados.

Ismael Serrano

PS: No puedo evitar recordar la dolorosa figura de Aminatu Haidar y la urgente atención que necesita, y mencionar nuestra responsabilidad como españoles con el pueblo saharaui, la incapacidad de los políticos para hacer que se cumplan derechos fundamentales, su ineptitud a la hora de buscar soluciones que la permitan reunirse con su familia, a la hora de dar respuestas a la gente del Sahara.

martes, 1 de diciembre de 2009

Cuaderno de bitácora


De madrugada, nuestro barco soltó amarras y contemplamos como se alejaba el puerto de Peumayén. No vimos a nadie agitar sus pañuelos blancos. Aún continuaba la fiesta de despedida y nos llegaba hasta cubierta el eco lejano de la verbena. Mejor así.

Sólo un muchacho, corrió durante unos instantes, siguiendo el curso de nuestra embarcación mientras marchaba paralela a la ensenada, lanzando adioses, gritos que ninguno supo entender, porque eran sólo pavesas cuando llegaron hasta nuestros oídos.

Durante un largo rato quedamos así, inmóviles, asomados a la barandilla de la cubierta principal, mirando como el horizonte nocturno devoraba la silueta plagada de luciérnagas de nuestra querida aldea. Alguien rompió el silencio con una risa entrecortada. Un recuerdo le atravesaba los párpados. Un buen recuerdo. Y reía para adentro, o no tan para adentro, mientras todos lo mirábamos. Explicó el por qué de su risa y ahí empezó el anecdotario. Hicimos repaso de lo aprendido, mostramos viejas cicatrices, cartas aún no escritas, declaraciones de amor pendientes, todo lo vivido, todo lo hallado, con la prisa del que cuenta para no olvidar, mientras nuestro barco navegaba mar adentro.

Fueron días tranquilos. Viajaba con nosotros un pequeño grumete, que como rabo de lagartija, se movía incansable de un lado para otro. Trepando por las jarcias cantaba a voz en grito. A menudo tarareaba una chacarera:

Soy el olvidao,
el mismo que un día
se puso de pie,
tragando tierra y saliva.
Camino hacia el sol,
para curar las heridas.”

Más de una tarde, Venus nos saludó mientras la viola iba de mano en mano, arrancándole astillas al olvido. El muchacho entornaba los ojos mientras cantaba

Soy el que quedó
en medio e'los ranchos,
guacho del fiao
a un mate y guiso inventado.
Hambre y rebelión
fueron creciendo en mis manos.”

Quedaba lejos la tierra gaucha en medio del océano. Peces voladores saltaban a nuestro alrededor ensartando retazos de arcoiris desprendidos de la voz del pequeño.

La noche se aborrascó y nos preparamos para la tormenta. El cielo derramó su ira y el barco danzó una danza terrible. Si a la parte del casco cubierta por las aguas se la llama obra muerta, en aquel momento todos lo eramos. O eso parecía. Se hizo el silencio. O no tanto, porque el crujido de la madera y el rugido de la tormenta atravesaba las paredes de nuestros camarotes, en los que casi todo el mundo se encerró, después de asegurar con trincas nuestros efectos de abordo y los ánimos.

Entre el embate de las olas, entre truenos y centellas, una voz se coló por debajo de todas las puertas. Era una queja en la voz de una mujer, suerte de soleá por bulerías o al revés:

Cuando la luna se pone sus zarcillos de coral

las olas del mar bravío

rompen a llorar.”

La voz, llena de sur y cante jondo, fue calmando el ánimo de la tripulación y pareciera que también el de las aguas que nos zarandeaban, porque poco a poco la tormenta amainó. Antes de salir todos a cubierta para buscar a la mujer que cantaba, pudimos escuchar los últimos versos:

“Tengo una puerta en mi alma

que no necesita llave

yo la tengo siempre abierta

y no me la cierra nadie”

Nadie supo de la intérprete aunque todos juraron oírla. Sólo el joven grumete se aventuró a hablar de sirenas gitanas que acompañaban a los marineros en momentos difíciles. La nave siguió su curso y nadie volvió a comentar lo ocurrido.

Trabajaba en el barco, un viejo marinero norteaméricano, algo cimarrón según decían sus compañeros. A menudo lo veíamos salir de la sala de calderas fumando un cigarro negro y cantando canciones revolucionarias.

En una de las guitarreadas vespertinas se atrevió a agarrar el instrumento.

This land is your land, this land is my land

From California, to the New York Island

From the redwood forest, to the gulf stream waters

This land was made for you and me

Entonaba la canción del sabio Woody Guthrie con la melancolía de aquellos que no vienen de ninguna parte y añoran su hogar.

Alguno derramó una lágrima recordando esa tierra que siempre fue nuestra y que nunca conocimos. Aquello que somos:

“here was a big high wall there that tried to stop me.

Sign was painted, said private property.

But on the back side it didn't say nothin'.

This land was made for you and me.”

Y aquello que ha de ser, sin muros que impidan nuestro paso, como el mar que cruzábamos al atardecer, ancho como un abrazo, como el recuerdo envuelto en el pañuelo de la infancia.

Por fin llegábamos a nuestro destino. Después de varias semanas de travesía tocaba despedirse de los compañeros de viaje. Así que esa noche hubo fiesta. El capitán sacó su mejor ron, aquel que tenía guardado en el cuarto de derrota (más apropiado imposible). Y en mitad de la noche un hombre declamó en voz alta unos versos de Nicolás Guillén, desde el castillo de proa, que cabeceaba con monotonía animal. Quizá fue en ese momento en el que un tres improvisó una melodía, sonaron unas tumbadoras y alguien, contagiado por el sabor a caribe de los tragos, se arrancó por Rubén Blades:

“Siempre aparece el sol, tras los aguaceros. 
Siempre, tras la tormenta llega la calma. 
Después de los tiempos malos, llegan los buenos 
y premian a los que no rindieron sus almas.”

Así hasta que los primeros rayos del sol arañaron las tranquilas aguas del mar, arrastrándose hasta encaramarse al bauprés, para escalar después cada mástil. Allá donde viajaba nuestro canto. Navegábamos hacia el amanecer. Aún sonaba la música cuando divisamos tierra.

Recuerdo nuestro viaje de regreso mientras grabamos los bajos para el nuevo disco. En ellos hay un poso de aquella odisea. En su madera nuestras canciones hacen temblar el alma inquebrantable de sus instrumentos. En la gravedad del contrabajo, navegan los peces voladores que encontramos a nuestro paso. En sus clavijeros se posan albatros, como aquellos que recibieron nuestra llegada con el estruendo de sus risas, dejando escombros de plumas en aquellas despedidas.

martes, 24 de noviembre de 2009

Pugliese


Querido Habitante:

Empezamos la grabación del nuevo disco y nos encomendamos a Pugliese, santo laico de los músicos, para que nuestro barco llegue a buen puerto. Las grabaciones son siempre intensas. Aislados, en estudios donde no se cuela ni un rayo de sol, vamos enhebrando el hilo de las canciones. Dentro del estudio, “Acuérdate de vivir”, va desplegando sus alas y fuera, la vida sigue su curso, con su habitual mal gusto, sin contar con nosotros.

Pero a pesar del ambiente carcelario que se impone en las grabaciones, es imposible desconectar con una realidad unas veces amarga y otras veces luminosa.

Mientras Vicente Climent, músico habitual en mis grabaciones, afila sus escobillas para sacudir las baterías que harán temblar las nuevas canciones, fuera, en una no tan remota isla, Aminattou Haidar, activista saharaui es retenida en el aeropuerto de Lanzarote, después de ser expulsada de Marruecos por su lucha por los derechos y la dignidad de su pueblo. La deuda del pueblo español con el pueblo saharaui es olvidada por los políticos, que permanecen escandalosamente impasibles ante la vulneración continuada de los derechos de Haidar y su gente.

Dentro del estudio las baquetas de Climent bailan al son de nuestras esperanzas, del manojo de preguntas que florecieron en estas nuevas canciones. Fuera, la gente se busca, un hombre o una mujer regresan a casa contando monedas para comprar tabaco, contando derrotas, sin empleo, sin excusas, sin explicaciones.

Pugliese sonríe desde una vieja foto en blanco y negro. Músico luminoso, comprometido, sindicalista y tanguero. Toda la vida contracorriente. Hasta el final de sus días. Los restos de Osvaldo Pugliese, fallecido en 1995, fueron llevados por la avenida Corrientes a contramano, en el sentido contrario al del tráfico de la calle. Desde entonces se ha convertido en símbolo de la buena suerte para multitud de músicos que encuentran en su modo de vida un referente.

Músicos caminando a contramano. A pesar de que el mundo se empeñe en seguir su curso, sin contar con nosotros, a pesar de su empeño por aislarnos, tenemos el deber de conectarnos, de recuperar nuestra esencia de animales sociales, de mirarnos en el espejo de una sociedad en la cual reconocernos, de luchar por el reconocimiento de los derechos de todos, incluidos los de aquellos que ven como la arena de los relojes hacen crecer sus desiertos. Aunque eso suponga tomar la calle a contramano, intentando no dejarse llevar por la corriente del tránsito que, como una marea inexorable, trata de arrastrarnos, lejos de nuestro destino, aquel que elegimos, certeza de futuro.

Que Pugliese nos proteja en este empeño.

martes, 17 de noviembre de 2009

Acuérdate de vivir

Querido habitante:
Te escribo desde Madrid. Espero que al recibo de la presente las cosas vayan bien en Peumayén. Supongo que habrá recuperado la calma que durante nuestra estancia le arrebatamos.

No te voy a mentir. A veces echo de menos el rumor quedo de tu pequeña aldea, la brisa que bailaba en los acantilados, el vino verde de sus tabernas, la charla y el parte metereológico en cada encuentro casual en el puerto. En definitiva, su vida encallada en el tiempo, como un viejo haiku que encierra la sabiduría de todos los atardeceres.

Pero teníamos que partir. Nos recordasteis la urgencia de vivir, como una leyenda tallada bajo el reloj de sol, y aquí estamos, dibujando nuevas canciones.

Recordando las noches en tus calles adoquinadas emulo al bueno de Cohen, como un pájaro malherido temblando sobre la rama; el humo en el piano de Norah Jones y su leve mirada estrábica, como una tenue cortina, oculta la luz de un nuevo día que llega demasiado pronto; América Latina tiembla en un bombo legüero con la madre-tierra que llora la marcha de La Negra, que deshace los espejismos; el son alegre repiqueteando en el tres, canta en el malecón de La Habana en una noche eterna de ron y revoluciones.

Y me trae tu recuerdo la letra indecisa en un papel encontrado en la cocina, el balance de lo hallado y lo perdido, las banderas rojas y el último trago que siempre aplazamos para no contar los fracasos. Pero sobre todo el futuro. Futuro que deshace los espejismos, porque la realidad no acaba en ellos, futuro iluminado por la brillante carcajada que celebra el zarandeo de una chacarera, por la vida dejando de ser simulacro al revolver tu susurro la ropa tendida, futuro encontrado en la pared pintada con saludos de buenos días, el futuro de los hombres y mujeres que recogen las gotas de rocío y pilotan cometas.

El futuro de los hombres y mujeres que se acuerdan de vivir.

Así que en esas estamos querido habitante. Dibujando canciones, preparando el regreso, echándoos de menos, dispuestos a recuperar la memoria, pues vivimos.

Te mando todos los abrazos.

Ismael Serrano

domingo, 4 de octubre de 2009

Mercedes Sosa

No llores más, mi corazón, que yo no busco el olvido. Sólo busco futuro y horizonte, el faro que orienta al náufrago perdido...
Mercedes Sosa me regaló multitud sueños,en cada canción. Crecí escuchando su voz y ahora, más náufrago que nunca, huérfano y triste, recuerdo su canto y doy gracias a la vida por haberme regalado la oportunidad de conocerla. América Latina llora tu perdida, Negra Querida, y te busco, como el náufrago perdido busca el faro. Mis condolencias para toda su familia, para todos los que la amaron, para esta América huérfana.


Ismael Serrano

miércoles, 13 de mayo de 2009

Gracias y respuestas (y III)

-Mar se cuestiona la posibilidad de crecer siendo fiel a uno mismo (...el tiempo pasa y creo que todos tememos mirarnos en el espejo un día y no reconocernos. Mi pregunta es: Cómo te enfrentas a ese miedo???? Tú también temes no reconocerte algún día???)

Empecé a componer mis primeras canciones siendo un adolescente. En esos momentos en los que, como decía Benedetti, teniendo todas las respuestas me cambiaron las preguntas, en ese tiempo en que la urgencia ante la necesidad de hace una declaración de amor y de principios me exigía, lejos de quedarme inmóvil al borde del camino, asumir la responsabilidad que me tocaba a la hora de participar de la realidad. Una realidad asimétrica, frenética y a menudo feroz, que había observado desde muy pequeño retratada por las voces de aquellos poetas y cantautores que ya he citado como referencia. A los quince años formé mi primer grupo con amigos (Delitos y faltas lo llamábamos) con el que hacíamos versiones de todos aquellos grandes músicos (sí, Elisabeth, con quince años, porque fue en esa edad en la que redescubrí a los artistas con los que mis padres me habían hecho crecer, en la que aprendí a distinguir el destello implacable que parpadeaba como un faro entre los versos, en aquellas manifestaciones artísticas que expresaban muchas dudas, no pocas certezas y sobre todo la belleza que provoca la incertidumbre de estar vivo).
El tiempo ha pasado. A veces demasiado rápido, de ahí el vértigo que cito en algunas canciones. Pero creo que la música me ha ayudado a crecer, a entender que se puede crecer sin renuncias, sin traiciones como la que alejó a Wendy del eterno niño Peter Pan. La música sirve para preservar la memoria, es el andamiaje que permite su restauración, que nos recuerda quiénes hemos sido, cuáles son nuestras deudas y de la misma forma a dónde queremos llegar.
Lo miedos no son terribles. No es descabellado pensar que estar vivo es algo así como estar asustado. Lo malo es que el miedo te paralice, te aísle, te impida asumir los riesgos que estar vivo exige.
En definitiva, he crecido, he aprendido unas cuantas cosas, habré cometido errores, algunos saludables, otros no tanto, pero sobre todo no he olvidado. Y eso, creo, me salva de la traición, del miedo que produce nuestro reflejo en el espejo cada vez que nos miramos. Y para ello fue terriblemente útil la música. Como oyente apasionado, como aprendiz de compositor.




-Aquel cielo en tus ojos pregunta:
¿Pensás que el mundo dejará de ser el ajedrez de las multinacionales extracapitalistas y podremos ser un mundo mas humano? Y vértigo se pregunta a sí mismo: ¿cómo sigo con la esperanza de un mundo mejor?




Creo en la posibilidad de un mundo mejor por una mera cuestión de sentido común. Aunque sólo sea apelando al instinto de conservación de la especie tenemos que entender que debemos reorientar el rumbo de un modelo social y económico que no da respuestas a las necesidades reales de la mayor parte de los seres humanos.
Decía en alguna pregunta que no soy propenso a los sentimientos religiosos. En pocas palabras: no creo en dios. Pero sí creo en el ser humano.
Es cierto. El ser humano es capaz de las más terribles fechorías, pero también de los actos de amor más valientes y desinteresados. Y creo que realmente esto último define al ser humano por encima de todas las cosas.
Creo que el sistema en el que vivimos, a través de herramientas como el miedo y la precariedad, nos ha hecho desprendernos de una esencia indispensable que nos define como especie: nuestra esencia de animales sociales. Vivimos en una sociedad atomizada donde cada grado de bienestar, cada derecho lo vivimos cada vez más como un privilegio, como una gracia otorgada por el gobernante de turno y no como una verdad evidente e irrenunciable que es patrimonio nuestro por el mero hecho de estar vivos y participar en la sociedad. Nos hemos desincronizado unos con otros haciéndonos perder la empatía que como animales, más aún siendo racionales, debiera hacernos sentir como propias las luchas y las tragedias ajenas.
Con todo y con eso, asistimos cotidianamente al milagro de presenciar como, a veces, bajo el barniz de indiferencia con que el sistema nos envuelve, destella ese animal social, solidario, sensible que nos recuerda lo que realmente somos o lo que podríamos ser. No siempre encontramos en las portadas de los diarios noticias de este tipo que nos reconcilien con el mundo pero todos conocemos el testimonio de gente que, con una entrega y generosidad ejemplar, emplea su tiempo, más aún su vida, en la dignificación de la existencia, no ya de la propia, sino de los demás.

Es probable que sintiendo que el sistema, que el modelo no se compromete con nosotros, no atiende a nuestras necesidades, nosotros dejemos de comprometernos con él. Es también probable que entendamos que estamos solos en el cuestionamiento de ese modelo, porque somos incapaces de poner en común nuestras preguntas, nuestras dudas y ni que decir tiene nuestras propuestas, tal es el grado de atomización.
En un contexto así, la música puede ser tremendamente útil puesto que rompe la atomización, establece vínculos en lo sentimental, y, ¿por qué no?, también en lo político. Nos ayuda a recuperar esa esencia que creíamos haber perdido, a través de la comunión que se genera a través de una canción o de un concierto.

Pero permítanme que me ponga cursi para reafirmar mi fe en el ser humano. Citaré la comedia Love Actually. Empieza haciendo una hermosa constatación. Desde los aviones que el 11 de setiembre se estrellaron contra las torres gemelas se hicieron varias llamadas telefónicas, las últimas llamadas de hombres y mujeres que se sabían condenados. Ninguna traslucía rencor, ninguna rezumaba odio. Todas fueron llamadas de amor, todas fueron últimas declaraciones urgentes de cariño y fraternidad.

Y quizá sea eso lo define al cantautor, esa última llamada de amor que un ser humano (sólo un ser humano más, como decía el tristemente fallecido Joan Baptista Humet) hace desde la certeza de que otro mundo mejor no sólo es posible y necesario, sino también inevitable.





-Sobre América Latina hay varias cuestiones. Como la de tardesgrises:
Me gustaría preguntarte que opinión tenés sobre Obama y sobre Chávez.
O como la de Jon Muñoz:
¿Cómo has encontrado a Latinoamérica en este nuevo viaje?
Lourdes Montamat me pegunta:
Vos, viviendo en este gran museo, donde no se padecen los mismos augurios que en América Latina, ¿Qué es lo que te hizo salir de la "burbuja europea" y preocuparte por los países periféricos?




¿Periféricos, Lourdes? A veces uno siente que la periferia somos nosotros. Son muchas las cosas que me unen a Latinoamérica. Como he explicado muchas de mis referencias están allí: literarias, musicales, ideológicas… Conocer ese continente de primera mano, poderlo recorrer ha hecho que los vínculos y deudas que siento con esa tierra crezcan cada vez más.
Decíamos en una entrada anterior que ese realismo mágico, en América, de mágico no tiene nada. La vida es intensa. Quizá por precaria. Son posibles los sueños más hermosos, las gestas heroicas más emocionantes, pera también las tragedias más terribles, las peores pesadillas. Latinoamérica es un continente vivo (a diferencia de ese museo que es Europa), un lugar en el que el debate de las ideas nunca ha sido abandonado. Ahora parece ser recuperado en un occidente malherido que ve como su modelo financiero y económico se resquebraja haciendo tambalearse el muro que nos protegía de los demás.

Tenían algunos países de Latinoamérica, antes de las dictaduras, democracias más duraderas, más longevas de lo que jamás conocimos en España. Aún así no podemos evitar mirar con cierto paternalismo desde España algunos de los procesos políticos que hoy por hoy vive el continente. Y eso nos distancia de ellos y no nos permite aprender de un continente que nos puede enseñar mucho.

Latinoamérica nos ha dolido demasiado, y hemos visto verter la sangre de sus venas (como nos señaló Galeano) en demasiadas ocasiones. Demasiado a menudo por injerencias de su vecino del norte y no tan raras veces con la complicidad de Europa. Algunos de los procesos políticos que se viven en Latinoamérica son resultado de eso. Políticas impuestas sin piedad por el FMI se descubren obsoletas y perniciosas. La liberalización feroz, las corruptelas aprovechadas, si no amparadas, por el mundo “desarrollado” han generado más desigualdad que nunca y han demostrado ser un fracaso en el desarrollo de sus economías y sus sociedades. En un ejercicio de hipocresía sin precedentes hemos pedido que desmantelen sus Estados mientras en la parte más rica del mundo apuntalábamos nuestras economías con un intervencionismo considerado anatema en la teoría que debían aplicar los demás, pero no tanto cuando la aplicábamos en nuestras naciones. Tal era el intervencionismo de este nuestro capitalismo de Estado (donde capital y Estado son cómplices) que nos ha llevado ha promover el desastre, cuando no la guerra, en territorios ajenos al nuestro con el único fin de proteger nuestros intereses por encima de los de los pueblos de aquellos países que padecían esos desastres (Naomi Klein habla de la doctrina del shock o dicho de otra forma nuestro privilegio se sustenta a menudo de la tragedia ajena).
Las entonces clases políticas dominantes actuaron como cómplices en ese proceso de neoliberalización feroz, dejando desamparada a una población que difícilmente encontraba una instancia a la que apelar para su protección, viendo como la brecha entre los más tienen (una pequeñísima élite) y los que menos (una mayoría escandalosa) crecía.

Sólo en este contexto se entienden los procesos vividos en Latinoamérica.

Desencantados por las clases políticas convencionales surgen nuevas figuras que son novedosas en formas y contenidos y en cuyas propuestas convergen las esperanzas y el ansia de cambio de una mayoría eternamente excluida de las decisiones políticas. Las responsabilidades de estas nuevas figuras son muy grandes, no sólo y fundamentalmente porque tienen que dar respuesta a las exigencias urgentes de una población en gran medida desesperada sino porque tienen que aportar credibilidad a las propias instituciones democráticas. Malo es la perdida de confianza por parte de la clase política, pero más trágica es que la gente deje de confiar en las instituciones, o peor aún en la misma democracia. Muchas son las expectativas, las ilusiones que la población ha depositado en sus votos, de forma que si sienten que con ellos no cambian nada, la decepción será terrible. Gran parte de esa decepción se entrevé en algunas encuestas que se hacen desde organismos internacionales en las que una gran parte de la población dice no ver con malos ojos una dictadura como forma de gobierno para sus países.

Cómo digo las responsabilidades son muy grandes, tanto como las expectativas, por eso son necesarios cambios estructurales que recuperen una mirada a largo plazo, que generen un bienestar estable y que dejen de lado el asistencialismo como única herramienta en la política social y el clientelismo tan presentes en las políticas tradicionales latinoamericanas.
Ya hablaba de ello en un post anterior que copio para no repetirme. Decía:
"Los derechos de los ciudadanos "(a menudo) "son otorgados como gracias concedidas por una clase política (y a veces sindical) que generan una deuda en el ciudadano que tarde o temprano el político de turno querrá cobrar. Es decir, los derechos, y por tanto los servicios que ha de prestar el estado, son interpretados como generosas dádivas que el beneficiado ha de agradecer de por vida, puesto que son fruto, no del hecho de que la soberanía resida en el ciudadano y el político tenga la obligación de servir, si no de la generosidad y benevolencia del dirigente que a la manera feudal (y a menudo mafiosa) administra los bienes de todos, o sea el erario público. Un clientelismo que atrinchera en el poder a dirigentes que no dejan espacio para otras alternativas (algunos tampoco parecen verlas) y que perpetúan su poder alejados de cualquier tipo de control democrático.Ojalá la sociedad civil sea capaz de articular en sus diferentes marcos de asociación la búsqueda de alternativas democráticas. O mejor aún: ojalá sea capaz de promocionar una cultura democrática que les haga entender a los ciudadanos su potencial para exigir el cumplimiento de sus derechos como prioridad irrenunciable y, por tanto, el cambio de modelo hacia un sistema en el que la soberanía resida realmente en los pueblos, en el que las democracias sean realmente participativas y estén bajo el control alerta y crítico de todo el conjunto de la sociedad."

Ese debiera ser el reto de gente como Chávez y tantos otros. Es cierto que las nuevos procesos constituyentes están otorgando nuevos derechos a los ciudadanos, que se están realizando cambios políticos de envergadura (desde la negativa a las constantes injerencias externas en un ejercicio de soberanía a la integración de los pueblos originarios en los distintos procesos, a la reivindicación del Estado como actor indispensable en las economías) pero es necesario que esos cambios sean estructurales.
También es cierto que los procesos de cambio, a mi modo de ver, son excesivamente personalistas y las reformas en las constituciones van en esa misma dirección: imponen sistemas presidencialistas y huyen del parlamentarismo indispensable para el control político. Me parece también peligroso el empeño por imponer modelos de partido único (como ocurre en Venezuela con la propuesta del PSUV) y el paralelo proceso de identificación de las instituciones con ese partido único junto con la creación de una burocracia de partido con los privilegios consabidos, eliminando todo vestigio de disidencia y adoptando un sentido patrimonial del poder, convirtiendo los procesos de cambio en procesos excluyentes lo que puede dificultar la estabilidad de los mismos.
Son personalistas en tanto la única alternativa se circunscribe a figuras con nombres y apellidos concretos, si bien muchos de esas alternativas tienen una base social y civil muy sólida sobre la que debería recaer la responsabilidad del cambio. En el caso de Chávez ese personalismo, ese protagonismo no se debe tanto a la solidez de su discurso político (su tradición democrática no es ejemplar) o a su carisma sino que debe su liderazgo al único hecho de ser Venezuela una potencia petrolífera y por lo tanto con los recursos necesarios para sostener el Estado que requieren las reformas y la transformación política en toda la región.

En cualquier caso por primera vez en mucho tiempo, Latinoamérica se mira a sí misma y busca complicidades en su interior. Entiende así que sólo generando complicidades entre sí puede asumir el reto de ofrecer una alternativa de modelo social y económico, diferente, que dé respuesta a las ilusiones de un pueblo americano tan maltratado y excluido históricamente.

Habría mucho más de lo que hablar. Es difícil sintetizar una realidad tan compleja, tan llena de matices como la de Latinoamérica en estos tiempos pero espero que alguna de estas reflexiones dé respuesta a algunos de sus interrogantes.

Sólo una idea más. Independientemente de lo que uno piense de gente como Chávez: ¿hay algún dirigente que haya sido más refrendado por las urnas? ¿Por qué desde algunas instancias se duda de su legitimidad? Independientemente de que comulguemos con sus ideas políticas debiéramos confiar en las elecciones celebradas en su país más aún si han sido avaladas por organismos de control internacionales como el que el expresidente Carter patrocina.

Y otra reflexión: ¿por qué cuando el primer ministro británico nacionaliza un banco no es cuestionado (si no es aplaudido) y sin embargo cuando lo hace Chávez es una amenaza a las libertades?

Con esto quiero decir que debiéramos quizá cuestionarnos la hipocresía con que contemplamos desde la distancia procesos políticos que tienen su raíz en pedazos de historia no tan lejanos de los que quizá somos responsables.





-Dani Altamirano:
¿Para cuándo un dúo con Sabina?



Eso digo yo. Es un sueño por realizar.


-Cotelé pregunta:
¿Por qué tan costosas las entradas a tus conciertos?


No todo depende de mi, querida Cotelé, aunque siempre me esfuerzo por transmitir el mensaje de que han de ser baratas. Me consta que son más baratas que otros artistas internacionales que se presentan en los mismos auditorios. A veces simplemente no está en mi mano, otras simplemente no se puede.
Con todo y con eso me quedo con tu testimonio y seguiré trabajando para que en el futuro se tenga más en cuenta.


-Sobre Bergia me pregunta Paula y junto con Experimento Escenario Teatro me piden que hagamos juntos una gira por el interior


Tomo nota. Aunque os digo ya que Bergia sigue haciendo planes para visitar nuevas ciudades del interior de Argentina. Ojalá esos planes se concreten en una nueva gira de Javier Bergia en los próximos meses. Toda ayuda será bienvenida.



-Jose-Giménez pregunta:
¿Es difícil conjugar canciones de amor con el compromiso político e intelectual?
y Lagarto:
Teniendo tu manera de pensar tan firme y tan clara, ¿cómo es convivir y sobrevivir en un mundo, como el musical, donde predominan valores opuestos? ¿No has tenido temor de caer en incoherencias?


Siempre se ha respetado desde la industria mi forma de hacer música. Jamás he aceptado una injerencia por parte de la compañía en ese sentido. Otra cosa es contar con la simpatía de radiofórmulas y medios de comunicación musicales convencionales.

Siempre le he cantado a todo lo que me emociona (y respondo a Rosi y a Diego que me preguntan en qué me inspiro). El ser humano es poliédrico y es difícil hacer distinciones entre unos y otros sentimientos. Lo sentimental se conjuga con lo social. Porque somos animales sensibles y sociales y ambas cosas a menudo se mezclan.
Siempre me encantó la canción “Te recuerdo Amanda”. Es una historia de amor por supuesto. Pero también tiene un indudable carácter social, porque retrata una tragedia en lo social, una lucha impregnada por el amor, como casi todo en la vida.





-Ambar pregunta:
¿Por qué tantos discos con recopilaciones?


Veamos. Principio de incertidumbre sale en el 2003, seis años después de mi primer disco. No pretendía ser un recopilatorio en sí mismo. Se trataba de hacer repaso de lo aprendido durante todos esos años. Para ello hice el directo más ambicioso musicalmente que nunca había hecho. Incluimos además cinco canciones inéditas y revisamos los arreglos de temas anteriores.

El viaje de Rosetta sale en 2006. Tras diez años desde que empecé a grabar “Atrapados en azul” la compañía decide sacar los singles (cuya edición tal y como se presenta en la caja ya no se hace y se trataba de dejar constancia de un formato ya inexistente) y yo propongo reunir todas las rarezas que por estar dispersas en otros discos quizá también estén pedidas. Algunas como las canciones de la película “El corazón de Jesús ni siquiera estaban editadas.

El último directo es “Un lugar soñado” en el 2008. Me apetecía dejar constancia de lo que estaba haciendo en vivo. El carácter teatral, la puesta en escena, la rearreglación de las canciones, la posibilidad de grabarlo en Buenos Aires, todo ayudaba a hacer de este disco algo especial.

Tres recopilatorios en 12 años no es tanto, ¿no? E incluyo los directos en tu pregunta muy a mi pesar puesto que para mi no son recopilatorios. Las canciones adquieren otra dimensión, se plasma en el disco algo difícil de conseguir en un estudio. Y si hago repaso de los discos que más me gustan son discos en directo: All this time (Sting), Mano a mano (Aute y Silvio), Serrat en las ventas, alguno de Peter Gabriel, alguno de Sabina, Vinicius en la Fusa…


Y con esto terminamos de momento. Doy las gracias a todos los que habéis dejado mensajes con vuestras inquietudes. Siento si no he podido responder a todas. Quedan pendientes unas cuantas cosas, como el fuego cruzado que me propone Miguel Ángel (abrazos hasta tu isla, el fuego requiere más atención de lo que unas líneas entre tantas preguntas me dejan), como alguna pregunta, como alguna referencia a alguna canción en concreto, como tantas cosas. Espero que sepáis entenderme. Perdón si alguna vez hablé sentando cátedra. No fue mi intención. Responder a vuestras preguntas supone un ejercicio de introspección interesante, un viaje de investigación a la memoria y al corazón. No manejo tantas certezas como las que revelan las respuestas. Quizá sólo una. Aparecía en los títulos de mis cuatro últimas aportaciones: gracias. Infinitas. Por estar cerca. Por soñar despiertos. Hasta pronto, soñadores.

jueves, 7 de mayo de 2009

Gracias y respuestas (II)

-Sobre la película “El hombre que corría tras el viento” hay varias preguntas. Tinerfeña pregunta:
¿Cómo se te presentó la oportunidad de hacer la película?
Darío me pregunta:
¿En qué momento (estado de ánimo, momento de la vida, etc) se te presentó la historia de "La dulce carola"?
Y Luxana, Aloia, María Laura, Carmen:
¿Cuándo podemos tener acceso a la película en España?
Rociío desde Argentina:
Quiero saber cuándo estrena la peli que has rodado, porque me encantaría estar en la Avant Premier.
Camila:
¿la peli llegará a mi querido Chile ?
Ale:
¿Entre tus proyectos a futuro no has pensado el incluir a las películas como otro medio para contar historias y mostrar realidades ignoradas, esta vez como guionista y director de tus historias?
Y Anita Barc:
¿Hay alguna posibilidad de que se repita esa experiencia, o alguna idea para una próxima película?
Beeto me pregunta también por la película.

Cuando estaba preparando el disco Principio de Incertidumbre se me ocurrió escribir una historia para narrarla dividida en tres partes a lo largo del concierto como venía haciendo con otro relato en anteriores recitales. De mi paso por Latinoamérica me habían quedado unas cuantas cosas, pero sobre todo la certeza de que ese realismo mágico del que hablaba García Márquez no era tan mágico. Algunas de las cosas que aparecían en la historia estaban basadas en anécdotas reales que me habían contado en México. La parte en la que el protagonista falsifica su documento de identidad para cambiar la fecha de nacimiento es una práctica realizada para tener acceso a ciertos trabajos que por criterios empresariales requieren de una cierta juventud. Los llamados coyotes en la Plaza de Sto. Domingo de México DF son capaces de conseguirte cualquier documento acreditativo por un módico precio: desde un diploma universitario a un carné de conducir. Las autoestopistas fantasmas son un clásico en las historias sobrenaturales y la superstición está presente en todo momento en gran parte de la cotidianeidad latinoamericana. Así, poco a poco, fue surgiendo la historia de la dulce Carola que contamos durante la grabación del disco en vivo en el teatro Lope de Vega de Madrid.
Juan Pablo Martínez, director de cine, se acercó después de un concierto en Buenos Aires para comentarme la posibilidad de escribir un guión basándose en esa historia. Acepté el reto y empezamos a trabajar. Entre los viajes de él a Madrid y los míos a Buenos Aires, intercambio de emails de por medio, fuimos fraguando el guión de lo que después sería la película “El hombre que corría tras el viento”. En una de las varias reuniones que tuvimos se me ocurrió proponerle que me dejara participar en el casting para la selección del actor para el papel principal. No hubo casting. Juan Pablo recogió el guante y me confirmó como protagonista.
Trasladamos la acción a Argentina y estuvimos rodando en Calafate y Buenos Aires junto con actores como Jazmín Stuart, Pasta Dioguardi, Bárbara Lombardo, Roly Serrano, Óscar Nuñez. Fueron días intensos y maravillosos. Se trataba de una producción independiente con lo que todo el equipo técnico y artístico trabajaba movido por una pasión desmedida hacia su oficio. Te contagiaban la entrega, la generosidad con la que todos colaboraban. Así que aquello inoculó en mí un virus con el que tendré que convivir toda mi vida: el amor por el cine.
Terminamos el rodaje y empezamos a trabajar en la banda sonora. Luego con el montaje. Y luego vendrá la parte más ardua: la distribución. Al tratarse de una producción independiente la distribución y promoción será una tarea difícil.
El estreno está planeado para finales de agosto o principios de septiembre. La fecha está por confirmar. Espero que en los próximos días podamos concretar algo.
La distribución fuera de Argentina también es algo en lo que se está trabajando. Existe la posibilidad de acudir a algunos festivales previamente al estreno. Así que aún no puedo adelantaros nada ni en España, ni en el resto de Latinoamérica. La idea es que se involucre una distribuidora en cada lugar pero es algo que aun no puedo concretar. Cualquier ayuda será bienvenida.
De todas formas os invito a que paséis por la página
www.elhombrequecorriatraselviento.com para estar informados de todo lo que concierne a la película.
¿Próximos proyectos? Existen algunos planes de trabajar con Juan Pablo en el guión de otra película en la que también colaboraré como actor. Aún queda mucho por hablar pero la posibilidad de poder particpar de nuevo en un proyecto cinematográfico me llena de ilusión.


-Laura me pide que recomiende un libro, una película, una canción. Y Jara también lo sugiere (pero sin caer en tópicos añade).

Veamos. Un libro: cualquiera de poemas de Waslawa Szymborska, premio Nobel en 1996. Una película: Once. La vi no hace mucho y me encantó sencilla, tierna y llena de música. Una canción: Canción desesperada de Discépolo, cantada por el polaco Goyeneche por citar la primera que se me viene a la cabeza.



-Laura y Emilia me preguntan cuándo saldrá el próximo disco. Bracelli cúando nuevas canciones. José Luis ambas cosas.

Aún es pronto para adelantar algo. Desde luego hasta el año que viene no habrá nuevo disco. Una de las cosas que tengo que hacer es ponerme a trabajar ya en nuevas canciones. Ganas no me faltan.



-Sobre las canciones inéditas hay unas cuantas preguntas. Deivid y Gite-lpes me preguntan por “Por qué no te quedas en casa”, mexiribz también por Los torpes, Con una pena de muerte, La tormenta, Karen me dice: Concuerdo con muchos que hay canciones tuyas inéditas que cuesta pillarlas y si las pillas se oyen pésimo, ¿por qué no las grabas? ¿y los cuentos? Caro (doyna), Paula y Sofía se suman al pedido.

Nunca descarto incluir canciones inéditas en futuros proyectos. Siempre y cuando tengan cabida en el concepto global del disco: por la temática, por el tono, por el estado de ánimo. ¿Quién sabe lo que ocurrirá en los próximos trabajos?
Es también inevitable sentir que esas canciones forman parte de una etapa feliz de mi vida que queda algo distante (sí, Carmen, han pasado muchos años), que forman algo así como un código cómplice entre aquellos que compartimos aquellos años de efervescencia de los primeros conciertos en aquellos pequeños garitos de Madrid.
Pero aunque distante en el tiempo, el contenido de alguna de aquellas canciones sigue teniendo vigencia para mí. No las siento tan lejanas. Por eso no descarto que aparezcan en un nuevo álbum, si así lo permite el tono argumental, por así decirlo, del mismo


-Ceci pregunta:
¿qué consejo tenés para los que tratamos de expresarnos, pero no nos animamos a dar un paso?
No soy bueno dando consejos, pero permítanme la osadía. Hay que creer en lo que uno hace, tener fe en si mismo. Como decía anteriormente componer, igual que escribir, forma parte de un proceso íntimo, en el que
uno se enfrenta a sus dudas, miedos, emociones. Cuando uno escribe lo hace siempre atendiendo exclusivamente a los dictados del alma. Es un ejercicio terapéutico muy saludable. Así que ánimo.


-Sobre futuros conciertos, sobre la gira que vendrá también se plantean unos cuantos interrogantes: ¿cuándo de nuevo en centroamerica? (Enio Lopez), ¿Cuándo regresan a Puerto Rico? (Verónica RT), ... quisiera saber cuando vas a andar de nuevo por Argentina (Fla y Lucía Medina), ¿cuándo vas a venir a Centroamérica y propiamente a Honduras? (Saturnine), ¿para cuando un concierto en Melilla?(Butterflies), ¿cuando podre verte por Sevilla de nuevo? (Lukeclub.tk), ¿Algún día vendrás a La Habana y te podré ver cantar? (Luis M) También preguntan en la misma dirección Vero Pardo.

No puedo decir mucho de la próxima gira. Aún tenemos que componer las canciones, arreglarlas, pensar en el concepto artístico y de producción para luego grabar un disco. Una vez editado empezaremos con la gira. Pero aún tiene que pasar algún tiempo. Así que aún falta bastante hasta que nos planteemos empezar la siguiente gira.


-Se generaron algunas dudas metafísicas. Así Carola pregunta:
¿Crees en la reencarnación? ¿en el la vida como crecimiento del alma?
Y Maria José: ¿Qué piensas de Jesús?

La verdad es que no tengo un sentimiento religioso muy fuerte ante ciertas cuestiones metafísicas. No me gusta pensar en una realidad que trascienda esta que nos toca vivir. Creo que a menudo nos lleva a resignarnos y a asumir con estoicismo la realidad en la que estamos inmersos. Y a despreciar por tanto lo terrenal, esta vida cercana que para mi contiene paraísos cotidianos que no siempre sabemos o podemos disfrutar, pero que están más al alcance de nuestra mano.
Reflexiona Bertrand Russell en su libro Por qué no soy cristiano de como tradicionalmente la religión nos habla de la virtud individual como medio de salvación en la búsqueda de ese “paraíso”, esa recompensa que nos espera tras la muerte y de como se deja de lado la virtud social a la hora de valorar la santidad de una persona. Es decir, según él filósofo, prima lo individual por encima del ser humano como parte del colectivo.
Es cierto que no siempre ha sido así y desde el cristianismo se han defendido teologías liberadoras que señalaban la importancia de buscar la virtud social, el cuestionamiento incluso de la realidad política, como camino a esa salvación de la que hablan los cristianos. Todo esto enfrentándose muy a menudo a la jerarquía eclesiástica.
Más allá de todo eso no puedo dejar de admitir el valor moral de una figura como Cristo, su voluntad integradora, dejando de lado ese carácter casi nacionalista del pueblo judío, único elegido por dios. Y sobre todo su mensaje de solidaridad, fraternidad y amor. Más allá de su existencia real como personaje histórico es innegable la calidad humana de su figura.
Respeto profundamente las posturas al respecto de cualquiera, faltaría más. Otra cosa es cuando desde instancias eclesiásticas tratan de interferir en la cosa pública, en la política decidida por los gobierno elegidos democráticamente, cuando, empeñadas las jerarquías en no perder el poder político que tradicionalmente han tenido, tratan de decirnos a todos (y no sólo a sus feligreses) lo que debemos hacer y lo que no.


-No sabía si incluir entre las preguntas metafísicas la de Ansa que me dice:
¿si tuvieras que elegir un pez, con cual te quedarías?

Moby Dick. Ya lo sé. No es un pez. Pero es una hermosa ballena blanca que desafía a sus depredadores y viaja por el océano libre, rebelde a pesar de mal herida.

lunes, 4 de mayo de 2009

Gracias y respuestas (I)

Querría agradecer antes que nada la muestras de afecto de tanta gente que ha dejado sus mensajes en este blog. La deuda que uno siente después de cada gira, de cada concierto, se agranda al recibir tantas muestras de cariño como las que he leído buscando vuestros interrogantes en estos días de (relativo) descanso.

Pero vamos al grano. El reto era tratar de aclarar algunas dudas: voy a intentar hacerlo.

-Lau, (como lo hacen Paulina y 1mati en la misma dirección) pregunta:

¿Eres consciente de lo mucho que inspiras a la gente? ¿En qué te inspiras tú?
No siempre se es consciente. Difícilmente uno puede hacerse a la idea de la dimensión que puede tener tu música en la vida de la gente. Porque, sinceramente cuando uno compone, no lo hace pensando en que la gente lo va a escuchar, uno no escribe pensando en lo que quieren oír, si no que responde a un proceso muy íntimo, en el que uno, a modo de terapia, se enfrenta a lo vivido, o a ideas, sentimientos, miedos o historias que a uno le persiguen, para enfrentarse a ellas. Puedo aproximarme a entenderlo si pienso en lo que en mí han provocado las canciones de Silvio, de Serrat, de Aute, de Pablo Guerrero, de Sabina o de tantos otros, pero la distancia que siento con respecto a esas figuras (porque uno no deja de sentirse aprendiz, aficionado en esto de la música) me hace difícil comprender que otros puedan sentir lo mismo con mis canciones. A veces, en definitiva, me abruman las muestras de afecto, de proximidad que puedan surgir a partir de mi música (y así respondo en parte a Oski). Me abruma, sí. Pero me hace sentir terriblemente afortunado. Porque, como he repetido en muchas ocasiones, uno canta para sentirse menos solo y con las emociones que uno siente, que comparte en cada canción, en cada concierto descubre que parte de ese objetivo se ha conseguido.

Me inspiro en todo lo que me emociona (y con esto respondo en parte a Sabaleros). Desde vivencias propias, a otras de las que he sido espectador, o historias que imagino que de no ser ciertas, debieran serlo, desde noticias del periódico, desde lo que ocurre más allá del horizonte, a lo más cotidiano. El reto es ser permeable, estar atento a la realidad, no perder la empatía que debiera definirnos como seres humanos. Y el ser humano es poliédrico y se emociona por lo que le pasa en lo más íntimo y como parte de un colectivo. De esta última faceta se desprende el compromiso político. Este compromiso nace también en la emoción. Uno no puede permanecer impasible ante la visión de un mundo desigual. De ahí la reivindicación, la esperanza en lo social, o la denuncia. Y también la vindicación, en el sentido de vengar la memoria de aquellos que no siempre son atendidos como merecen por formar parte de los eternamente excluidos.
Decía Machado decía que se canta a lo que se pierde. Así que supongo que a veces uno canta para recuperar: sueños perdidos, memoria perdida, amores perdidos, tiempo perdido...

-El imperfecto (gran poeta por cierto) y Zil preguntan:
¿Te has planteado o te han planteado alguna vez escribir un libro?
La pregunta de Guillermo (¿por qué no publicas todos esos poemas, cuentos y canciones inéditas, o de otros compositores que circulan por la red?) y de Elivoución van en el mismo sentido. Y Tinerfeña y Ana Elbert por los artículos de prensa.


Sí. Muchas veces. De poesía por supuesto. Y creo que algún día lo haré. Me encantaría escribir también cuentos, como aquellos que escenificamos en cada concierto. Otra cosa sería una novela. Me gustaría mucho por supuesto, pero esto requiere una disciplina, un ejercicio de concentración, una técnica que no se si soy capaz de tener, sobre todo inmerso como estoy en el desarrollo de mi carrera musical.
Me gustaría con el tiempo poder editar el guión que escribí con Juan Pablo Martínez de “El hombre que corría tras el viento”. Lo haremos.

De momento he creado un sello editorial Pequod, compañía librera, asociada a Ex-Libris, para publicar versos de amigos como lo hemos hecho con Rodolfo Serrano (Al oeste hay apaches) y con el pintor Jerónimo Salinero (La liturgia de la Luna). Estamos preparando otros proyectos para los próximos meses.

Con respecto a los artículos de prensa fue una etapa que me entusiasmó. Me sometió al reto y a la disciplina de escribir cada semana sobre un tema en concreto. Muchas de aquellas columnas se convirtieron en canción. La idea original del blog, a parte de ser un diario de viajes (que si vamos haciéndolo crecer quizá acepte la sugerencia que me hace Andre desde Córdoba y lo convierta en un libro), era darle ese mismo carácter, pero insisto que a veces uno no da abasto. No he tenido una oferta como en la que en aquel momento me hizo Diario 16, aunque sí me han ofrecido (lo estoy valorando), aunque poco tenga que ver con la literatura que es lo que tratábamos en esta respuesta, participar en alguna tertulia de Radio Nacional de España junto con otros músicos y artistas.

-Santi (Valencia), y parte de la pregunta de Sabaleros va en la misma dirección, me dice:

Toca descansar, pero seguro que ya tienes canciones para un nuevo álbum en mente, nuevos enfoques, nuevos retos, ¿nos puedes adelantar algo?
Poco puedo adelantar sobre mi futuro disco. Por varias razones, porque es una de las cosas en las que tengo que trabajar en estos días de descanso y porque no me gusta demasiado adelantar cosas tan prematuramente.

Me pudo la impaciencia en este último tramo de la gira y estrené una canción que irá en este futuro trabajo: Te vas (y con esto respondo a Pequeña Criatura y a Cocochito)

Poco puedo decir, excepto que me interesa mucho trabajar el carácter teatral de la última gira, encontrando el equilibrio entre las canciones y los diálogos/monólogos (sin perder la perspectiva de que se trata de un espectáculo musical). También me interesa trabajar de manera conceptual toda la globalidad del proceso: grabación, producción, diseño, puesta en escena.

En cuanto a producción me gustaría seguir indagando en el sonido de Sueños de un hombre despierto. Algo sencillo, muy cercano, acústico (en el sentido de prescindir de programaciones a no ser que sean generadas acústicamente), crudo podría decirse. Incluso dentro de esta crudeza incorporar en algunos arreglos de cuerda (al estilo de mis primeros disco) pero esto no lo sé con total certeza.
Quiero seguir haciendo incursiones en los ritmos tradicionales de Latinoamérica (estoy terminando una chacarera).
Lo del disco acústico guitarra y voz es un proyecto en el que iré trabajando poco a poco y aunque el siguiente disco siga en la línea del anterior quizá después me ponga a ello. Es un trabajo que tarde o temprano (más temprano que tarde) voy a hacer.

-Javier de Málaga (con el que comparto referente musicales) pregunta:

Hay una canción que me encanta que es "Ya quisiera yo" pero nunca las cantas en los conciertos. ¿Es posible que se pueda incluir en un futuro?

Y Martuki pregunta por La huida y Los amigos de don Latino por la `posibilidad de cantar A galopar (de Paco Ibáñez):

Con respecto al repertorio de la siguiente gira tampoco puedo decir mucho. Me gusta recuperar canciones que no hemos cantado últimamente para rearreglarlas en futuras presentaciones (como hicimos con Tantas cosas en la última gira) así que no descarto incluir por ejemplo Ya quisiera yo (que es una declaración de principio que para mi sigue teniendo vigencia) o La huida.

Siempre me gusta incluir versiones de canciones compuestas por otros, como hicimos con Como la cigarra de María Elena Walsh, La tormenta (Brassens/Krahe) (que respondiendo a David Guadarrama fue una canción que siempre me gustó como gran admirador de Krahe y que siempre hemos cantado en las guitarreadas íntimas de amigos) así que no descarto hacer alguna canción de Paco Ibáñez o de otros en siguientes giras.

Tomo nota de las peticiones de Javier de Málaga y de Jorge Corleone para futuras composiciones pero como dije al principio no es tan fácil dirigir las composiciones hacia donde uno quiere, porque se trata de un proceso íntimo.

Martuki, pregunta:

-"Cobertura: 95% del territorio nacional", ¿por qué ese título?

Así definían, cuando mi padre escribió el poema, la cobertura de la red telefónica de algunos móviles. Por desgracia en la canción el móvil tenía cobertura; por eso sonaba y alguien pedía, con gran sentido común, que no atendiera al teléfono. Diría que a veces esa cobertura nos esclaviza pero andando como uno anda de un lado para otro no me atrevo a quejarme: me mantiene en contacto con los seres queridos. Que cosas.

jueves, 30 de abril de 2009

Gracias e interrogantes

Es cierto. Llevo un tiempo desatendiendo el blog. Después de un año y medio de gira e inmerso, como estaba, en la vorágine de los conciertos y los viajes, se me hacía difícil darle continuidad a este diario de vivencias. Pido disculpas.
Y ahora toca descansar.
No puedo dejar de dar las gracias, infinitas, a todos los que hicieron posible la aventura que me permitió visitar este lugar soñado desde octubre de 2007. A todas las personas que asistieron a los conciertos, a todos los que trabajaron en ellos, a la gente de la oficina de Paraisos Desiertos, a cada productor, a los músicos, técnicos que trabajaron en cada auditorio, a los periodistas que me prestaron atención, a todos. Poner todos los nombres sería difícil.
En el futuro queda componer nuevas canciones, preparar nuevos proyectos, poder disfrutar por fin del estreno de la película (que en Argentina se celebrará a finales de agosto o principios de setiembre) y descansar un poco. Vivir en definitiva, que no es poco.

Durante este tiempo propongo algo. Les sugieron que me planteen dudas, preguntas y en la siguiente entrada trato de responderles. Sobre canciones, sobre nuevos proyectos, sobre lo que ustedes crean conveniente. Comprenderán que viendo la cantidad de comentarios que dejaron en el último post es probable que no pueda responder a todas, así que permítanme que seleccione algunas. Pido disculpas de antemano si no puedo aclarar todas las cuestiones que se me planteen. Es todo un reto someterse a sus interrogantes. Así que vamos a ello.